Pídele a un niño que acaba de iniciar la escuela que pinte un árbol y una casita… sin limitaciones, sin más ayudas. Lo que el niño hará es recrear el árbol y la naturaleza y su casa utilizando diferentes materiales que probablemente no sabe ni lo que son o cómo se llaman… pero lo hará de una forma genuina y única, mezclando lineas, texturas, materiales. Probablemente, el niño no copiará a su compañero porque … ¿qué sentido tiene? nadie es más listo que nadie, nadie tiene que conseguir más aprobación, tan sólo se trata de un dibujo, de arte. Sin embargo, pide a ese niño que dibuje una casita y un árbol después de años en la escuela. ¿Una casita? ¿Para qué me va a servir dibujar una casita o un árbol?
El 80% de los niños realizaránr el mismo diseño de casa, los mismos trazos y el mismo estilo. Probablemente ninguno se atreva a entretenerse algún tiempo de más en la tarea. ¿Qué estamos haciendo mal?

Foto por Alexandar Popovski, un niño camino a la escuela en Tailandia
Hace bastantes años me sentaba a hablar con un chico que portaba una gran cámara de fotos y muchos sueños. No comprendí entonces la razón por la cual aquel «niño soñador» no encajaba en ninguna escuela ni conseguía terminar un curso entero; sospechaba que aquello le producía cierto sufrimiento, «el ser diferente«.
Acabó abandonando la ciudad antes de terminar el año lectivo. Hoy, después de 10 años, tecleo su apellido o siglas en internet esperando encontrar algo que sé que me va a encantar, una fotografía, un diseño, arte… y comprendo que aquello que parecía «un problema de adaptación», en realidad era un talento especial.
Conozco muchos profesores que este año consiguieron una plaza para trabajar en nuestras escuelas, en España. Si pudiese dirigirme a todos, les diría una y otra vez… ¡permitid que los niños sean diferentes! Esos niños nos hacen mucha falta para el futuro; su talento, su creatividad y sobre todo su humanidad.
Muchas gracias por leer,
Lorena