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La ciencia del tonto, que no es tan tonto

2 comentarios

¡Porque si! Hay una ciencia para todo, un por qué, una explicación, ciertas razones para el sí y el no, del por qué vas o te quedas, por qué lo dijiste o te callaste. Hay una explicación de por qué nunca te atreviste a hacer aquello en lo que todavía hoy piensas, y sabes que te quema y consume el suspiro antes de dormir. Las personas no se despiertan un buen día y dicen ¡voy a ser así! Las personas se fraguan, se cuecen a fuego lento, se forjan en función de la vida que han tenido. Las personas se construyen a sí mismas, por encima de sus genes y mitocondrias, de las circunstancias o del tiempo, nos determinamos cada vez que actuamos de una manera u otra. Esto asusta porque implica que el equivocarnos y haber hecho lo insuficiente por aquello que amamos nos escuece.

Tranquilo, si escuece es que vas bien. Ráscate.

También podemos mentir y sobreactuar. Venga, yo he escuchado muchas veces eso de ¡yo miento muy bien! Y encima a sabiendas de que soy psicóloga, eso es un reto, un mírame cómo te miento y no te enteras, un adivíname a ver si aciertas. No lo creo. Te rompes. Las personas que actúan se desmoronan con el tiempo, se caen a pedazos. Las personas que mienten son como dunas en el desierto, cuando hablan se deshacen y su arena se introduce en tus ojos y entonces ya no los ves, y cuándo quieres comunicarte con ellos tienes tanta arena en la boca que pierdes las ganas. Si, como dunas en el desierto, se rompen, terminan aisladas y jamás llegan a encontrarse con el oasis que tanto anhelan.

No te rompas.

El tonto, definamos el tonto de nuestra sociedad actual. Aquel que sigue intentándolo y parece que va siempre a medio camino, el que queda de segundo en las competiciones. El que trabaja duro y encima se cree que llegará a dónde quiere a través del esfuerzo, el que se atreve a hablar de talento en la barra de un bar en España. El que espera a los amigos por si les ha pasado algo, y en serio puede esperar mucho tiempo. El que da, siempre da aún a sabiendas de que existe un 80% de probabilidades de no retorno, porque seguramente ha pensado en los costes aunque tenga ojos de buena persona. El reservado, el tranquilo, el observador, el que gestiona sus tiempos y es capaz de decir que no, ¡que no, que no! Porque tiene un faro interno que se llama ética, y le hace caso aún cuando hay tormenta.

Las matemáticas, la geometría, los patrones, los números y las incógnitas se encuentran en cada esquina, en la ciencia y en bar. Algunos tienen la mala costumbre de pensar al revés, de girar el mundo desde la perspectiva del pensamiento. Tienen una coctelera en la mente que agita todas las presunciones sociales de “lo que tiene que ser” y dudan hasta de si el mar es azul o si aquello que nos cuentan es cierto o en el caso de serlo, si quizás podría mejorarse. Es un vivir incómodo y valiente.

Un resistirse constante a la instrucción obligatoria ¿entienden? Es una osadía.

¿Y si el tonto no es tan tonto?

No les quiero mentir, no tengo una fórmula mágica que explique absolutamente nada de lo escribo con tanta convinción. En serio, quizás el tonto no sea tan tonto. Probablemente si ha llegado aquí es porque “se ha considerado un tonto en algún momento”, me alegro de que aún sigan ahí. Mi idea es que aquellos que consideramos tontos en la sociedad de hoy, quizás sean los más inteligentes. He hablado sobre dunas de arena y ellos para mí son pirámides. La geometría perfecta tarda en construirse, y requiere de cálculos complejos, de paciencia, de esfuerzo, tenacidad y saber hacer.

Pirámides, yo quiero pirámides ante mí no dunas de arena.

Ráscate. Constrúyete. No te rompas.
con calma…
¡todavía hay quien te mira del revés!

Gracias por tu tiempo 😉

Lorena

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Autor: Lorena Álvarez

Psicóloga, activista, trotamundos y una apasionada por la ciencia y las letras.

2 pensamientos en “La ciencia del tonto, que no es tan tonto

  1. Decía un simpático alemán, que sólo había dos cosas infinitas, el universo y la estupidez humana. Y el no estaba muy seguro de si lo primero era cierto.

    Creo que históricamente el tonto no tan tonto, siempre ha sido temido. Ya que tiende a ser tenaz sobre sus convicciones. Y ese es el rasgo que acaba por otorgarle su adjetivo ante la sociedad.

    Esa sociedad llena de frases molonas, de superate a ti mismo, no te rindas, el cielo es solo el límite, que lucen a todas horas comando caralibros y demás egos digitales, es la primera en tildar de tonto el que va a contracorriente, el que que sigue intentando escalar la montaña pese a haberse caído varias veces.

    Porque simplemente, si algún día el tonto consigue escalarla, estos mirarán alrededor suya en el bar, y ese falso telón que se han construido a lo largo de los años con retales de excusas, mentiras y películas. Les parecerá un trapo ajado, en lugar del reluciente telón rojo que su imaginación les hacia ver.

    Decía Forrest Gump, que su madre le había dicho que sólo son tontos los que hacen tonterías.. Pues menos mal, que al menos algunos hemos decidido seguir haciéndolas.

    No es necesario haber nacido con alas para poder volar. Aunque esta afirmación como tantas otras parezca una tontería.

    • Gracias por el comentario. Me hace muy feliz saber que «ese prototipo de tonto» sigue en las suyas, con las botas siempre puestas y disfrutando su insoportable levedad del ser. Un abrazo.

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