El equipo de investigación de Nadja Reissland de la Universidad de Durhman y Lancaster ha logrado demostrar los efectos nocivos del tabaco en el desarrollo del bebé mediante imágenes de ultrasonido 4-D.
Este equipo de investigación llevó a cabo diferentes pruebas a 20 fetos de madres fumadoras y 20 fetos de madres no fumadoras. Las pruebas se llevaron a cabo entre las 24-36 semanas de embarazo. Los resultados son sorprendentes, permiten demostrar a través de imágenes cómo el feto se comporta de forma diferente, cómo reacciona a la exposición a la nicotina con tan solo unas semanas de vida.
El sistema nervioso central del feto cuya madre es fumadora no se desarrolla de la misma manera ni al mismo ritmo
Los fetos de madres fumadoras muestran conductas motrices menos maduras, se puede observar una tasa significativamente mayor de movimientos de la boca y diferencias sustanciales en cuanto a los movimientos de búsqueda y rastreo. Estos hallazgos son congruentes con otras investigaciones que demostraron cómo el tabaquismo correlaciona con la lentitud del procesamiento del habla en niños.
El estrés y la depresión también han demostrado interferir en los movimientos del feto, pero a menor nivel que el tabaquismo. Este tipo de información es interesante para los psicólogos que día tras día tenemos que escuchar a madres decir “es mejor para mi bebé el tabaco que la ansiedad debido a intentar dejarlo”. Se necesita profundizar y llevar a cabo más investigaciones relacionadas con el impacto del estrés, la ansiedad, la depresión y el tabaquismo en el desarrollo fetal.
Existen muchísimas investigaciones llevadas a cabo desde los 60 acerca de las consecuencias nocivas del tabaquismo. Parece correlacionar con el nacimiento prematuro (de media unos 6,5 días), bajo peso al nacer, en los casos de tabaquismo abusivo incluso se ha podido comprobar menos puntación en el test de APGAR, déficit sensoriales, motores, cognitivos y otros problemas conductuales.
Existe una clara correlación entre el tabaquismo durante el embarazo, la edad de las madres, el hecho de pertenecer a una familia desestructurada y bajo nivel socio-económico.
Cada día cuando salgo de las escuelas, me encuentro en la puerta cara a cara con las madres de muchos niños con los que actualmente trabajo. Muchas de ellas sostienen el cigarrillo entre los dedos, esperando a sus hijos con la merienda en la otra mano. A veces miro por la ventana cómo esperan en la puerta a sus madres o padres mientras apuran la última calada. No puedo evitar preguntarme si estos padres también fumaron durante la gestación del niño que hoy trato. Todo esto me hace pensar en cuánto necesitamos diseñar e implementar “Programas para la prevención de la salud” en nuestras comunidades.
Existen programas estandarizados para el abandono del tabaco, implementados y controlados por profesionales. Este tipo de programas deberían ofrecerse por los servicios de salud y de la comunidad, de forma gratuita para aquellas personas que deseen abandonar este hábito tan nocivo, especialmente a las mujeres que desean ser madres.
(Los informes de la OCDE informan que España se encuentra entre los países de Europa de mayor consumo de tabaco y alcohol)
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