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Una taza de té con Hikari: Dependencia y Psicoterapia I

2 comentarios

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Cultura y dependencia

El concepto de dependencia depende de la cultura. También la interpretación de los miedos y de las vulnerabilidades. Mis conocidos polacos, en raras ocasiones hablan de sus miedos y valoran enormemente el concepto de “yo independiente”, como un rasgo varonil que muestra madurez y preparación para la vida. Sin embargo mis conocidos portugueses, no se muestran tan reacios a mostrar algunas pequeñeces relacionadas con sus miedos.

En las culturas occidentales, tendemos a venerar la independencia y condenamos la “dependencia” como un rasgo de debilidad, vulnerabilidad e incluso incapacidad para ser. En nuestro contexto, el niño nace dependiente de unos padres cuyo deber paterno es ayudar al proceso de independencia. A valerse por sí mismos. Esto no ocurre en todas las culturas. Durante una interesante conversación con un sociólogo Japonés, Hikari, me comentó que en Japón la paternidad implica crear una dependencia apropiada. Dan por hecho que de algún modo los niños nacen independientes y que el tipo de dependencia positiva es creada mediante la transmisión de valores y educación.
En el año 1992, un autor afirmó que la dependencia está mal vista porque es una cualidad puramente femenina. Entran aquí en juego los estereotipos y roles de género. Dudo que la dependencia sea por definición femenina. Hemos confundido el concepto de dependencia con auto-suficiencia. La dependencia con insuficiencia.

La interpretación de Hikari

No comprendo una sociedad en la que confiar en los demás se ha convertido en un lujo. La aversión a la dependencia en nuestra cultura se muestra en las características de las personas que acuden a terapia. No sé si llamarlos clientes, pacientes… a mí me gusta llamarlos por el nombre. Son para mí María, Juan, Pedro… y se sienten desconectados del mundo, vacíos y aislados. Abrumados por la vida.

Muchas personas intentan manejar los problemas de una forma completamente autónoma, sin tener en cuenta que quizás esos problemas son de carácter social y que implican a otras personas. No comprendo una sociedad en la que sentirse enfermo, conlleva miedos de “sentirse una carga” para los allegados. Las personas tienden a privarse de ayuda, de apoyo, de amor y confort. Sin embargo, éstas son exactamente las necesidades que deben cubrir para su recuperación. Cuando no somos capaces de buscar apoyo, incapacitamos de algún modo a las personas que tenemos cerca, porque se sienten incapaces de aportar ayuda, se sienten frustradas. Entran aquí los padres, las parejas, los hijos y los amigos de las personas que tienen un problema.

Uno tiene que valorarse y quererse mucho para permitir que otros le ayuden.

Desde el punto de vista cultural, la dependencia es algo de lo que debemos deshacernos. Sin embargo, yo creo en la existencia de un concepto de “sana dependencia” que es en definitiva lo que nos hace ser independientes. Si no existe una dependencia madura, en realidad hablamos de auto-suficiencia.

Ambas cualidades, dependencia e independencia son necesarias para una vida saludable. La dependencia sana es resultado de un proceso de aprendizaje, que a su vez es fruto de una serie de vivencias y experiencias que han tenido lugar a lo largo de nuestras vidas.

Para Hikari servir el té es un ritual. La tetera y las tazas de porcelana parecen estar situadas de forma estratégica sobre el mantel de madera. Hizo girar la taza de forma cuidadosa mientras me servía. Dio por hecho que debía gustarme el té inglés.
Si dejas que te sirvan el té y ello te agrada, no implica una relación de dependencia ¿verdad? Yo considero que eres auto-suficiente para servirte tu misma el té. Sin embargo, permitir que yo lo sirva en este momento me agrada. Me agrada porque sé que tú lo servirías con el mismo aprecio que yo lo hago. En este momento, el té inglés es la dependencia sana. ¿A caso existe algo mejor que compartir una taza de té?

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Autor: Lorena Álvarez

Psicóloga, activista, trotamundos y una apasionada por la ciencia y las letras.

2 pensamientos en “Una taza de té con Hikari: Dependencia y Psicoterapia I

  1. En definitiva, se trata de una cuestión de rigidez emocional, basada en los estereotipos adquiridos por el rol social de la zona en la que hemos sido criados.

    Si no nos liberamos de esas ataduras, dificilmente alcanzaremos un estado de equilíbrio que nos permita fluir y no vivir contenidos.

    Eso de «los hombres no lloran..» es una de las grandes gilipolleces que tenemos grabadas en el fondo mas primigenio de nuestro cerebro.

    Yo creo que ademas del entorno en el que nos hemos criado, existe una variable geografica (la latitud), que tambien tendría mucho que ver en este tipo de patrones de comportamiento. Pues es facilmente comprobable, que las poblaciones que residen en zonas más calidas son mucho mas proclives a la afloración de sentimientos en público y a un mayor disfrute de su simple existencia.

    Al final, todo se basa en una cuestion de autoestima. Álguien seguro de sí mismo, con confianza en sus actitudes y aptitudes, no va a perder el tiempo en valorar la imagen que tiene de su persona un extraño. Ya que el impacto real en su existencia, en definitiva es totalmente nulo. Y eso lo hace totalmente libre de expresarse como realmente desea.

    Ya lo explicó Maslow. Como autorealizarse, si no cofiamos en nosostros mismos?

    Me ha gustado mucho su articulo.

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