¿Es posible?
Conseguir entregar el trabajo a tiempo, innovar, llegar a final de mes, mantener el contacto con tus amigos, estar en forma, conseguir un trabajo, responder a los correos pendientes, hacer las tareas del hogar, aprender idiomas, hacer la compra, manejar un programa de diseño, el seguro del coche y un largo etc. Todos tenemos una larga lista de tareas pendientes, planes, proyectos y sueños por cumplir ¿Por qué nos parecen tan inalcanzables? ¿Nos hemos olvidado de incluir la felicidad en la ecuación? ¿Es posible ser alguien productivo y feliz? ¿Dónde está mi recompensa?
El concepto del trabajo
La gente que usa las palabras desarrollo vocacional, inteligencia emocional o autoconocimiento no concibe el trabajo como lo haces tú, o la gran mayoría de los mortales. Se puede considerar el trabajo en el sentido más universal de la palabra – algo que necesitas o que debes hacer, un cambio, un resultado o un producto. Puede aplicarse tanto a la vida personal como la profesional. Por ejemplo, para mí puede resultar mucho más laborioso hacer la colada y planchar mis camisas que dibujar un mapa del cerebro con sus diferentes áreas funcionales. Sigue siendo un trabajo, una tarea pendiente.
El trabajo implica una serie de conductas, un conjunto de procesos cognitivos (aprendizaje) y múltiples variables como la motivación o el contexto.
El aprendizaje es un proceso complejo utilizado para la adaptación, evolución, supervivencia, cambios en nuestra conducta y adquisición de experiencia para la obtención de información nueva. El trabajo para mi es aprendizaje. Puede por tanto desarrollarse, entrenarse y optimizarse.
Trabajamos en casa, en la oficina, en la escuela e incluso trabajamos en nuestras relaciones
Nuevas demandas ¿hemos actualizado nuestros recursos?
La queja constante es “demasiadas cosas que hacer y poco tiempo para hacerlas”. En las últimas décadas las personas hemos incrementado la calidad de vida, pero también hemos incrementado el estrés en nuestras vidas – ¿Por qué? Porque hemos asumido demasiadas tareas y no hemos planificado cómo vamos a hacerles frente, carecemos de recursos.
Es como aquel que come con los ojos, nosotros “trabajamos” con los ojos.
El mundo ha cambiado demasiado deprisa, y no estoy del todo segura de que nos haya dado tiempo al ser humano a aprender nuestras estrategias y recursos para hacerle frente. Hace unas décadas los trabajos estaban más definidos y encasillados – sabían cuando comenzaban a trabajar y cuando finalizaban. También los roles familiares o incluso de género. En la actualidad contamos con una diversidad amplísima – optimizamos, creamos, diseñamos, entrenamos, pensamos en la eficiencia, en el bienestar o incluso en la inspiración (por ejemplo yo ahora mismo escribiendo este artículo).
¿Cuántas personas piensan en lo que tienen por hacer a la una de la madrugada? ¿Cuántas escriben los emails y los guardan para enviarlos a primera hora? Yo misma.
Un callejón sin salida
Esta es la parte que como profesional de la psicología más me preocupa – Son jóvenes, tienen planes, no están felices con sus vidas y sin embargo no hacen nada para cambiarlo.
Lo cierto es que no nacemos programados para afrontar cosas que no conocemos, el ser humano está en constante ajuste. Tenemos que probarnos a nosotros mismos, confiar en nosotros mismos lo suficiente como para arriesgarnos a entrenar nuestras habilidades. Solo así llegarán los logros.
Lo que más les cuesta es subir un peldaño
En mí día a día trato con demasiadas personas que se sienten bloqueadas – no es lo mismo que la vagancia, quieren hacer cosas y sufren porque no son capaces para dar el primer paso. Habitualmente las personas que están bloqueadas cuentan con demasiado “ruido en sus mentes”. A nivel psicológico se podría explicar como una sobrecarga de input, demasiada información en la memoria operativa (de trabajo), dificultad por focalizar la atención en lo realmente importante y una carencia preocupante de motivación e ilusión que les impulse hacia el cambio.
Aunque las personas no seamos conscientes de ello, las “cuentas pendientes” (tareas por hacer, toma de decisiones, organización, miedos) pesan en el “aquí y ahora”, nos impiden avanzar, innovar o ser productivos. Nos impiden ser felices.
Hablamos de un proyecto de vida, y como tal es imposible alcanzarlo en una sola decisión o acción. Implica un conjunto de pasos graduales en orden ascendiente
La era de la información
Llamadas, correos, mensajes, whatsapps y todo tipo de redes sociales. Estamos sobre expuestos a demasiados estímulos, a una sobrecarga de información. El problema general es que sabemos que existe esa cantidad de volumen de datos, pero no hemos pensado previamente cómo vamos a organizarlos. El exceso de información complica en gran medida nuestros niveles de concentración.
También hay que saber apagar el interruptor
Plegar la pantalla de nuestro ordenador portátil. No nos vale de nada recopilar muchos datos si no hacemos algo con ellos – interactuar, tomar decisiones, asimilar. Todo esto debe hacerse en el contexto de la vida real.
¿Cuántas tareas has iniciado últimamente pero no has finalizado?
Es interesante iniciar muchas tareas, pero si hablamos de productividad no es muy eficiente.
Hablamos de exigencias personales, hablamos de felicidad
Es el momento de poner un punto al discurso diario y analizar cuáles son los motivos reales que guían nuestra conducta, de cómo vivimos nuestras vidas. Es interesante como nuestra mente siempre está repleta de tareas, planes y sueños que no hemos cumplido e ignora todas las batallas que hemos superado, porque quizás no resulte adaptativo desde el punto de vista evolutivo. Sin embargo yo siempre invito a las personas a que hagan ese recorrido, a que viajen a través de sus vidas.
Las exigencias personales son un arma de doble filo. Las exigencias si bien pueden funcionar como motor del desarrollo de habilidades, pueden guiarnos a la frustración si se han desarrollado en torno a ideas irracionales de cómo funciona el mundo en general.
Cuando la puerta de la felicidad se cierra, otra se abre. Pero habitualmente tendemos a mirar demasiado tiempo la puerta cerrada lo cual nos impide ver la que se ha abierto. Hellen Keller
Supongo que el truco es discernir entre todo el ruido de nuestra mente, cuál es el camino hacia esa puerta.Porque todos tenemos una puerta.