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Yo de mayor, princesa: ¿Dónde habré dejado mi corona?

4 comentarios

Erase una vez en un reino muy lejano…

 coronaUna princesa soñaba con castillos, con príncipes azules que sabían montar a caballo y con jardines de olor a rosas y jazmín. Una princesa vestía preciosos vestidos de seda, mientras leía cientos de libros en su balcón desde dónde observaba cómo los campos verdes abrigaban las montañas. Una princesa se despertaba con los rayos de sol en sus ojos y el sonido de los pájaros revoloteando en su ventana. Aquella princesa era la más bella, inteligente y habilidosa mujer de su reino.

Todas las niñas quisieron ser algún día princesas

Y esas niñas hoy han crecido y son mujeres. Viven en pisos de alquiler compartidos, otras pagan alquileres a duras penas y algunas incluso viven en chabolas. Otras se han divorciado de sus príncipes azules y en el peor de los casos han sufrido malos tratos. Algunas no tienen dinero para comprarse sus libros, y su balcón tiene vistas al basurero de Sarajevo. Otras viven en la calle Oxford Street en el precioso corazón de Londres y duermen en su preciosa cama vintage gracias a dos pastillas y media de somnífero y un par de «shoots» de ginebra. Algunas viven encerradas en bibliotecas y ensayan su tesis en frente al espejo de su habitación mientras comprueban el grosor en aumento de sus gafas. Algunas viven a expensas de alguien que las mantiene preguntándose «¿y si hubiese hecho algo más?», otras esclavizan su cuerpo porque quieren ser más bellas y cuando sobrepasan los cuarenta años y cuentan con algunas patas de gallo se sienten inservibles. Algunas han conseguido éxito laboral y llevan relojes de pulsera conjuntados con su blazer y algunas gotas de Dior, para quizás disimular el olor triste de la soledad y del esclavo perfeccionismo. Otras son experimentadas mamás, rodeadas de ruido y fiestas «cupcake», que compiten en la liga de mamás y sobreviven con muchos sueños sin cumplir. Otras son amantes en Bruxelas, médicos en Madrid, prostitutas en Berlín, amazonas en Borneo, mamás en Francia y estudiantes en Canadá. Creo que todos conocemos a estas mujeres. Todas tenemos una historia.

¿Dónde está la corona? 

  • La vida no es un cuento de Hollywood, no es perfecta. Para nadie lo es. 

El primer problema de las mujeres con «síndrome de princesa» son las elevadísimas expectativas que se han auto-impuesto para con la vida –ser las más guapas, inteligentes, educadas y ricas del reino. Es mucho más frecuente en niñas excelentes (académicamente por ejemplo), porque nunca han sido sometidas a la derrota y al fracaso, etapa fundamental para el desarrollo. Papás y mamás no sobreprotejan a sus hijas, también necesitan aprender a no ganar.

  • La sociedad ha cambiado.

La estructura social antigua (por suerte) ya no se sostiene, y las mujeres ya no poseemos el rol laboral pasivo como antiguamente. Las mujeres ya no sólo somos cuidadoras domésticas, si no que desarrollamos trabajos fuera del hogar ¿Qué implica esto? Implica que debemos explorar nuestro potencial, adquirir habilidades de negociación, comunicación y otras muchas habilidades técnicas con la finalidad de resultar productivas, dónde a veces cargar con la corona mientras das un discurso no resulta del todo confortable. Implica que nosotras también tenemos derecho a llevar gafas cómodas, sudar o sacarnos los zapatos de tacón y poner los pies en alto mientras nos distraemos con amigas, tomamos un refresco y vemos el fútbol o el desfile Pret a Porter de la temporada.

  • Las mujeres se retroalimentan de forma negativa entre sí.

Esto es un punto común en casi todas las culturas – ¿Qué es la retroalimentación negativa? Rivalidad sin límites. La mujer con éxito laboral criticará a la madre, la intelectual criticará a la amante con curvas y piel perfecta que no sabe hacer una regla de tres, la madre criticará a la que trabaja sin horario, la que tiene sobrepeso criticará a la más delgada y un largo etc. Esto conlleva a hacer generalizaciones y suposiciones a «prototipos» de mujer que se alejan de la realidad (porque si, existen mujeres bellas e inteligentes y otras que trabajan en bares que bien podrían ser premio novel). La autoestima sube y baja en base a apreciaciones externas, y llega esa tendencia a la comparación. La comparación es destructiva y está formulada en base al error. Las personas con tendencia a una autoestima baja (y un sentimiento de auto-eficacia bajo) tienden a evaluar la vida de los demás «al alza», haciendo apreciaciones hiper positivas erroneas, y lo que es más importante evalúan sus propias vidas «a la baja». Esto es muy frecuente en algunos trastornos como la depresión.
Cuando se cae en esta especie de pozo púrpura no hay escalera posible hacia la felicidad. Baja autoestima, pobre locus de control interno, abatimiento, tristeza, sentimientos de inutilidad, pena, falta de confianza en uno mismo… -. ¿Dónde está esa niña que jugaba a ser princesa?

No nos han mentido,hay un castillo

Vamos a jugar con su imaginación. Imagínese por un momento que coge las riendas de su vida y deja de ser un objeto vulnerable a la crisis, situación, azar, mala suerte y otros fenómenos externos. Imagínese que en este momento está dispuesta a hacer una evaluación sincera de su vida pasada, tanto de los momentos felices como de los más desdichados.
Antes de pedirle que cierre los ojos, vamos a imaginar que los momentos neutros supondrán una linea recta (elija un color para esta linea), los momentos felices se dibujarán en su mente de forma creciente y los momentos infelices se dibujarán con una linea decreciente, hasta su fin y posterior regreso a la normalidad (línea recta). Tómese unos minutos y dibuje esto en su imaginación con paciencia, comenzando desde sus recuerdos más tempranos a la actualidad. Si tiene dificultades para imaginarlo, puede dibujarlo en un papel.

Imagen

 

Lo más interesante en este proceso de visualización, no es la forma irregular que tenemos ante nosotros, si no que te permitas unos minutos de tu tiempo para analizar qué hiciste tú durante esos momentos, cual fue la actitud que mostraste ante la vida. Fuiste persitente, trabajadora, te rendiste, fuiste conformista, te engañabas a ti misma, luchaste, fuiste positiva, te fijaste unas metas etc.
– Piensa cómo estas actitudes han influido en la dirección que ha tomado tu vida.

Ese es tu castillo. Todas tenemos nuestro castillo, pero lo que quizás desconocíamos hasta ahora, es que somos nosotras las que hemos de construir, diseñar y crear nuestro propio castillo. Esto implicará esfuerzo para todas, e implicará responsabilidad, nosotras cargaremos los bloques hacia la parte más elevada del muro, lo sellaremos con dosis de masa y paciencia. Utilizaremos nuestra inteligencia para saber que día es el más apropiado para tomar la decisión correcta y colocar el siguiente bloque, será preciso que nos tomemos periodos neutros de descanso antes de volver a empezar. Vendrán épocas de tormenta y el muro se caerá y tendremos que volver a reconstruirlo. Podremos algún día sentarnos en el balcón de nuestro castillo y disfrutar de las vistas de nuestra obra arquitectónica.

Este tipo de castillo no es vulnerable a la comparación, porque tan solo existe para ti misma. Marina Tahirovic dibujó para mi el castillo más grande e impresionante que he visto. Sobrevivió con cinco hijos a la guerra de Bosnia, perdió uno. Marina Tahirovic diseña collares de hilo y los vende en el centro de la ciudad, trabaja portando cajas en los mercados y su casa tiene vistas al basurero de Sarajevo, y dentro de ella vive todo un imperio.

Este post se lo dedico a mi gran amiga Silvia López, por la frase inspiradora de la semana – Las mujeres somos nuestras peores enemigas y a Alejandra Rey y Alejandra López. También se lo dedico a Marina Tahirovic, cuyo nombre era otro e hizo que idease una forma de comunicación tan ridícula como un castillo pero a la vez tan expresiva, enriquecedora e inolvidable en mi vida.

– Espero que se entienda la informalidad de la «técnica del castillo» como forma de abordaje de un tema tan triste como es la infelicidad o el sin sentido de la vida. 

 

 

 

 

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Autor: Lorena Álvarez

Psicóloga, activista, trotamundos y una apasionada por la ciencia y las letras.

4 pensamientos en “Yo de mayor, princesa: ¿Dónde habré dejado mi corona?

  1. Me encanta como escribes, y este post se entiende muy bien. Por desgracia muchas niñas en la adolescencia o incluso después sufren este síndrome de princesa del que hablas, y los padres no podemos sobreprotejerlos toda la vida, tienen que aprender que en la vida no es todo ganancias y que a veces surgen cosas. Tampoco hay un camino fácil a la vida perfecta que hemos soñado. Es una lástima que no sepamos tratar a nuestros hijos para que paren de sentirse así, pero este post me ha ayudado a saber de dónde viene todo. Gracias por compartir tus experiencias y conocimientos.

  2. Hola Lorena. Si me lo permites, quisiera hacer algunos comentarios a tu artículo.

    Primero, estoy muy de acuerdo con muchas de las ideas que expones y la bonita y pedagógica forma con que las expones. Pero después, me gustaría replicar algunas de las ideas que expones, con las que no estoy muy de acuerdo…

    —————————————————

    «La sociedad ha cambiado»

    Por tu escrito posterior a esa frase, se presupone que lo das por bueno. Y yo estoy totalmente en contra de esa suposición. Disculpa mi determinación pero, en términos generales, yo creo que socialmente, estamos muchísimo peor que «antes»… Y es que creo que, comprensiblemente, te has dejado llevar por las apariencias… Pero lo cierto es que estamos viviendo en una de la sociedades (occidente) más FALTA DE PRINCIPIOS de todos los tiempos… Y para mí, el hecho de que «tengamos dinero» y otras cosas superficiales, realmente no representa ningún cambio realmente significativo, al menos para considerarlo un buen cambio…

    ——————————————————

    «La estructura social antigua (por suerte) ya no se sostiene, y las mujeres ya no poseemos el rol laboral pasivo como antiguamente.»

    Supongo que por esta razón ya das por buena la nueva sociedad actual. Y tampoco estoy en absoluto de acuerdo. Lo que no se sostiene, y a las pruebas me remito, es la estructura social actual: Familias desestructuradas, aportando una educación penosa a sus hijos; falta absoluta de valores que nos llevan a pensar única y exclusivamente en el DINERO como el «dios moderno»; relaciones amistosas y, sobretodo de pareja, totalmente «desarticuladas», etc, etc, etc…

    Por otra parte, haces una afirmación muy subjetiva a mi entender, y que se vuelve a apoyar de nuevo en el «sustrato capitalista» actual: «las mujeres ya no poseemos el rol laboral pasivo como antiguamente.»… Eso «traducido», implica que primero, el hombre era el activo, el importante, el necesario y que el de la mujer tenía un rol insignificante, prescindible… En absoluto de acuerdo. Según el sistema capitalista actual, implacable, puede ser que el papel del hombre sea de esa forma (activo), porque el hombre tienes esas «cualidades naturales» que se adaptan más a ese «formato» de sistema. Pero no significa que la mujeres deban «imitarlo», siendo más «activas», en absoluto.

    En mi humilde opinión, las mujeres «antiguas» no eran ni muchos menos pasivas, ni su labor prescindible para la sociedad, ni nada similar… El problema es que el sistema era/es INCORRECTO… Es un sistema no adaptado a la verdadera NATURALEZA HUMANA… Lo importante no es igualarnos (hombres como mujeres o viceversa), lo importante es aceptarnos a nosotros mismos y exigir respeto a los que no entienden que no todo es tan simple como poner una u otra «etiqueta» en cada uno de nosotros, por razón de sexo… (o cualquier otra!).

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    «debemos explorar nuestro potencial, adquirir habilidades de negociación, comunicación y otras muchas habilidades técnicas con la finalidad de resultar productivas»

    Totalmente de acuerdo con la primera parte. Independientemente de nuestra predisposición natural, cada uno podemos (o incluso debemos) explorar nuestros límites y traspasarlos si es necesario y «disfrutarlos», por supuesto…

    Pero con la palabra «productivas» vuelvo a «intuir» el fantasma capitalista en su ansia de ser como este hombre «fallido», por lo exaltado de sus cualidades «primarias» en este mundo capitalista, ávido de PRODUCTIVIDAD, «aquí y ahora»… Yo creo que la mujer, lejos de haber sido pasiva, había sido un elemento COMPENSADOR de esta naturaleza masculina que, finalmente, racionalizaba y humanizaba las sociedades «antiguas» (o anteriores)…

    Cada uno de nosotros, hombres y mujeres, debemos «ir más allá» pero no para satisfacer un sistema muy deficiente como es el actual sistema capitalista, totalmente ausente de los más básicos principios humanistas. Y si realmente todos dejáramos de competir entre nosotros y empezar a educar en el Humanismo, todos nuestros problemas particulares como hombres o mujeres o simplemente como personas, desaparecerían…

    —————————-

    Estos es todo. Espero que mis comentarios no te hayan molestado.

    Saludos.

    • Hola Alberto, antes de nada me gustaría agradecerte mucho tus comentarios porque denotan interés y no hay nada más hermoso para alguien que escribe. Por supuesto que acepto todas y cada una de tus apreciaciones. Creo que algunos de mis comentarios no se han comprendido al 100% es lo malo de resumir en unos pequeños párrafos pensamientos que precisarían de una explicación más extensa.

      Cuando hablo de que la sociedad ha cambiado, no quiero decir que hayan sido cambios positivos. Me refería a un cambio social, en particular relacionada con la situación de las mujeres. Por ejemplo, hace unos cuantos años las mujeres tenían roles domésticos más preestablecidos y hoy en día con nuestra incorporación al mundo laboral nos hemos diversificado. Esto tiene ciertas consecuencias para la mujer, a nivel psicológico. Por ejemplo, antes una mujer podía evaluar su atoeficacia en base a funciones que Ella desarrollaba en su hogar y en relación a la crianza de sus hijos (por supuesto funciones muy útiles, es igual de respetable una mujer que trabaja como ejecutiva que una ama de casa). Sin embargo, muchas otras mujeres han optado por otras formas de vida, por lo cual la evaluación personal de ellas mismas no dependerá única y exclusivamente del trabajo o papel que desarrollan en sus hogares si no también el trabajo que desempeñan a otros niveles como el «desarrollo de una carrera», «sentirse realizadas» etc. También ha cambiado la estructura de las familias, porque ahora existen muchas madres y padres que crían a sus hijos a solas, y son el sustento tanto económico como emocional de su hogar.

      Las mujeres tienden a auto-exigirse muchísimo. Cuando hablo de productividad no pretendo en absoluto minimizar el trabajo que hacen las mujeres amas de casa, ni maximizar el trabajo que hacen las mujeres que desarrollan una carrera, ni tampoco la que hace ambas cosas. El post va más bien dirigido a la individualidad, a desarrollar la mejor parte de uno mismo, a entregar lo mejor de nosotras para con nuestras vidas, a ser conscientes del poder que toda persona tiene para reconducir su vida y convertirla en más positiva y en definitiva al cambio. Es un mensaje positivo a todas esas mujeres que un «día soñaron a ser princesas» y hoy encuentran sus sueños truncados, porque quizás se han impuesto unas metas inalcanzables y unas expectativas demasiado elevadas o incluso irreales (que han sido creadas y difundidas por la sociedad, por ejemplo a través de los medios de comunicación).

      El post está muy lejos en definitiva del materialismo, o esa al menos fue mi intención. Al final de la publicación enfatizo la historia particular de una gran mujer que vive en Bosnia con muy poco, y que sin embargo en Ella vive un imperio. Solo necesitamos ser inteligentes, bellas y hábiles en nuestro propio reino, y esto es, en el interior de nosotras mismas.

      Pero por supuesto, en este blog se aceptan múltiples opiniones. Te agradezco mucho la tuya. Un saludo 🙂

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