En el quehacer cotidiano ¿Qué diferencia el bien y el mal?
Percepciones subjetivas e inferencias aisladas, negras o quizás blancas que transmitimos y contagiamos a otros en función de los beneficios que éstas sublevan… el morbo, que como un intercambio de cromos semeja un juego de niños satirizado por un «qué ver» entre adultos… La dejadez de los que se aburren y sueñan con la vida ajena, esa miel amarga cuyo sabor juzgan pero que en el fondo les encantaría saborear… Pobres que sollozan, ahogados en esa sopa crítica tan adictiva como estimulante; mientras dan eco al rumor, esa voz inquieta tan sentenciosa y frágil a la mal-interpretación.
No hay ni blanco ni negro, hay gris… ni buenos ni malos, tan solo humanos. Están los que viven a expensas de equivocarse y los que se sientan viendo vivir. Un error puede ser tan excepcional, tan magnífico como equivocado, tan pertinente como maleducado, tan jocoso como ingenuo, incluso hasta inocente. Puede incluso no ser meditado, «un sin querer, viviendo» sin rastro alguno del análisis de costes ni beneficios, asumiendo siempre el riesgo del dolor, eso si… un dolor exquisito. Entonces… repito, ¿Qué diferencia el bien del mal? La experiencia
Vivir como tiranos.
«LeDoleurExquisite»
Ilustración por Albertov «No tienes razón grande»
octubre 22, 2013 en 10:26 am
Reblogueó esto en sietevistazoselocuentesy comentado:
Magnifico juego de palabras!! Bravo tu señorita