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Reflexiones acerca de la ansiedad: «Una aproximación cognitiva»

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Miedo, pensamientos repetitivos, ataques de pánico, angustia… taquicardia, opresión en el pecho, mareos, inestabilidad, hormigueos en las manos, desvanecimientos… Seguramente haya identificado alguno de los síntomas de los aquí citados, bien porque los ha sufrido usted mismo o ha conocido a alguien cercano que los padece. Comunmente conocida como “Ansiedad” se ha convertido en uno de los trastornos más incapacitantes, afectando de manera directa o indirecta a la calidad de vida de millones de personas. La ansiedad afecta a todas las dimensiones del individuo, a la parte biológica (migrañas, pérdida o aumento de peso…) a la psicológica (detrimento en la atención, autoestima, autoeficacia…) y a la dimensión social (problemas de pareja, familares, rendimiento escolar, laboral). Además, un alto porcentaje de personas que experimentan ansiedad desarrollan otros trastonos psicológicos, como por ejemplo la temida  depresión. En este pequeño artículo, se pretende enfatizar la importancia de los “pensamientos” en la génesis y mantenimiento de los problemas de ansiedad, de una forma muy generalizada. Cabe mencionar, que existen multitud de marcos teóricos que han intentado explicar la ansiedad desde diferentes aproximaciones teóricas, existiendo  una gran diversidad de técnicas de tratamiento a nivel psicológico; Además a nivel profesional hemos de tener en cuenta que no existen entidades clínicas aisladas, son fruto de experiencias subjetivas, y como tales se convierten en individuales y adaptadas a cada persona – cada experiencia es irrepetible, “cada caso es único”. Por ello, siempre enfatizo en la necesidad de estudiar las características de la personalidad, el entorno familiar, social, personal e incluso laboral de cada persona. En la mayor parte de los casos, las personas optan por el “fármaco”; las “benzodiacepinas” – Lexatín, Trankimazin, Huberplex, Tranxilium… (Ayudan a calmar el síntoma de manera temporal, pero a largo plazo el problema persiste, se debe en gran medida a la tolerancia desarrollada hacia el fármaco), sin olvidarnos de los efectos secundarios y la dependencia.

La psicoterapia requiere más trabajo y esfuerzo por parte de la persona, un cambio en el “esquema” que persiste en el tiempo. La ventaja fundamental de la psicoterapia frente a los fármacos es que proporciona autonomía a la persona, el desarrollo de estrategias de afrontamiento más eficaces ante las situaciones que provocan ansiedad, evitando el inumerable arsenal de efectos secundarios, que en muchas ocasiones terminan conviertiéndose en un añadido a la problemática central.

Partiendo de la base de que existe una etiología múltiple en los tratornos de ansiedad, hoy nos vamos a centrar fundamentalmente en la parte cognitiva del problema. Los trabajos que parten del modelo metacognitivo (Wells, 1990) cuentan con un fuerte apoyo empírico, centrándose fundamentalmente en el papel que cumple la preocupación en la génesis y mantenimiento del problema. La ansiedad es una respuesta emocional que aparece ante la percepción de un estímulo, amenaza o resultado incierto, ante el que  se genera una alerta cognitiva (nos centramos en ese estímulo consciente o inconscientemente). Aparece después una activación fisiológica, muestra de ello son los síntomas desencadenantes como la palpitación, sudoración, rigidez muscular… además de inquietud motora. El individuo se encuentra en un estado de ALERTA que, una vez mantenido en el tiempo producirá un notable deterioro en la calidad de vida generando un profundo malestar.

¿Por qué intento evitar la ansiedad y no lo consigo? ¿Cómo afectan mis pensamientos en el mantenimiento del problema?  

“No nos perturban las cosas si no la percepción que de ellas tenemos. “

Desde un punto de vista biológico, la ansiedad podría definirse como una disfunción del sistema  GABA – serotonina, o bien una hiperactividad noradrenérgica que hace que el sistema nervioso se dispare de forma incontrolada provocando la angustia. Sin embargo, se puede afirmar que no existe un único factor desencadenante de la ansiedad, si no el producto o la suma de variables biológicas y ambientales, de la personalidad y del estilo de aprendizaje.

A nivel cognitivo, a mi me gusta hablar de un esquema PENSAR-SENTIR-ACTUAR. Esto explicaría cómo nuestros pensamientos y anticipaciones interfieren en las respuestas ansiosas. Ante una determinada situación las personas con ansiedad anticipan el temor  en forma de “preocupaciones” transformándolo en sentimientos incapacitantes y limitantes,  finalmente actúan en consecuencia a esas preocupaciones. Esto explica cómo nuestros pensamientos repercuten en nuestras emociones, en nuestra conducta e incluso en nuestras respuestas emocionales. Se puede cambiar.

A nivel neuroanatómico nuestro cerebro procesa un estímulo y evalúa la situación desde la corteza cerebral (prefrontal, sensorial primaria, asociación). Tras esta evaluación estimula la amígdala, ésta envía información al hipotálamo. Así se activa el SNA (simpático) y la hipófisis desencadenando los síntomas fisiológicos (taquipnea, aumento de glucemia, sudoración, dilatación de la pupila).

-. ¿Por qué una persona teme a una situación y otras no?

La explicación suele girar en base a la experiencia, esto es… hemos aprendido en algún momento de nuestra vida que esa es la manera de actuar. Muchas veces esta explicación no es accesible de forma rápida, es decir no somos conscientes de ella.

-. ¿Por qué no puedo controlar el miedo?

Una de las características del miedo, es la irracionalidad. Aunque un miedo carezca de explicación seguirá persistiendo. Muchas personas centran su atención en el miedo, intentando buscar una explicación o resolverlo, la consecuencia suele ser paradójica – suele ser un incremento.

-. ¿Cómo saber si existe un problema real?

Puede ocurrir que la ansiedad funcione como un estímulo necesario para la acción, si nos encontramos ante una situación a la que hacer frente; por ejemplo un examen, una prueba, o una situación de peligro. Pero, cuando las preocupaciones aparecen sin razón, esto afecta a nuestra vida diaria, nos impide actuar y sentir con claridad. Existe un problema

El tratamiento de la ansiedad desde un punto de vista psicológico no resulta fácil. Por lo general tenemos que trabajar con percepciones, sentimientos, respuestas a las que la persona no quiere hacer frente – porque le provoca malestar. Yo siempre digo que “sentimos lo que esperamos sentir”, si esperamos estar nerviosos, lo estaremos e incluso si pensamos que nos vamos a desvanecer, eso ocurrirá.

Tengan en cuenta que, para una persona que sufre alguna de las manifestaciones de ansiedad, existe una “amplificación” en términos de percepción-respuesta, por ejemplo una fobia a los perros, lo que perciben sus ojos es un animal “un chihuahua” mientras que lo que percibe su cerebro equivaldría a un “tigre de bengala” a punto de atacar. En ese pequeño engaño recae la ansiedad.

“La mente tiene un gran poder. “

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Autor: Lorena Álvarez

Psicóloga, activista, trotamundos y una apasionada por la ciencia y las letras.

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